lunes, 15 de diciembre de 2008

Marketing Interno

A mediados de mi carrera universitaria en la escuela de derecho, recuerdo que se me introdujo de manera un tanto forzosa a un concepto muy poco desarrollado por las universidades a la hora de preparar al pupilo y que, cada vez más, toma un factor de importancia y preponderancia determinante para el desarrollo y buen resultado laboral del futuro profesional, el marketing interno. Y es que mucho se habla de cómo hacer las cosas, de calidad, de rapidez, pero muy poco se habla de la importancia del marketing interno dentro de la realidad laboral actual y la gestión de empresa en general. Sin embargo, las pocas veces que hablamos de Marketing Interno, muchas veces le confundimos con la mera lisonja, la mentira y en fin, un conjunto de comportamiento pesados e inefectivos en la mayoría de los casos, basados en permisividades y otra indelicadezas que no se enfocan en resultados, que es al final de lo que se trata el Marketing Interno, de que no sólo es importante conseguir resultado sino que, sin mentir ni exagerar, sin ser pesados, también es importante plasmar dichos resultados como elemento cognoscitivo frente a otro individuos y departamentos, tanto desde el punto de vista de un trabajador, de un grupo de trabajadores y hasta de una empresa dentro e un grupo de empresas similares que actúan bajo algún grado de dependencia común. Lo anterior, porque en muchos casos la supervivencia, la equidad y la justicia no sólo dependen de los logros y resultados alcanzados, sino también de la efectividad con la cual proyectamos dichos logros y resultados. Esto último, es especialmente importante a la hora de vender nuestras ideas, de generar confianza, retener capital humano y para el desarrollo personal en general.

Algunos Ámbitos Aplicables

Para Trabajos y Proyectos a vender dentro de la misma empresa.
Para el desarrollo personal del individuo dentro de la empresa.
Para la empresa misma frente a sus propios empleados.

lunes, 17 de noviembre de 2008

La capacidad de Liderazgo y la personalidad.

Al cabo de los años, aún se sigue discutiendo sí la capacidad de liderazgo puede ser objeto de aprendizaje o es un asunto objeto del azar genético que nos haya ocupado a cada uno. Los psicólogos tienen sus teorías, algunas sorprendentemente divergentes, y aquellos que se dedican al “coaching” para potenciar las habilidades y la capacidad de liderazgo, seguramente, tienen otra opinión muy diferente (sino, se han de quedar sin negocio).

No obstante, sería triste pensar que estamos condenados a ser o no líderes, que es un hecho que escapa totalmente de nuestra voluntad y que no solamente dependemos de variables intrínsecamente externas a nuestras capacidades de variación o modulación, sino que también somos presa muerta del azar. Sin embargo, es muy difícil negar que no es menos cierto que a algunas personas parece serle más fácil, por puras razones “naturales” esto del liderazgo, y en consecuencia, el manejo de personas y voluntades.

Primeramente, la mayoría de los psicólogos identifica la capacidad de liderazgo de una persona en razón de los rasgos que componen su personalidad. Esto último, ya sea desde la óptica de las teorías clásicas como la de Myers y Briggs, o según los estudios y doctrinas de fines de siglo como son la muy controversial y propugnada por Tim La Haye de los Cuatro Temperamentos o la más comúnmente utilizada y conducida por Oliver John y su grupo en Berkeley, “The Big Five”.

En estás doctrinas, en especial para Myers y Briggs, los rasgos de la personalidad, o la personalidad como tal (y especialmente en aquellos métodos analíticos que clasifican las personalidades en “tipos”), se considera están profundamente ligados a la capacidad de liderazgo. Asimismo, es preciso es establecer, que para los gestores de estos métodos, la personalidad se forma a muy temprana edad, y en la psicología moderna se preven pocos cambios en la personalidad del hombre o la mujer pasados los 30 años de vida.

Sin embargo, en un estudio efectuado por el mismo Dr. Oliver John de la Universidad de Berkeley (el padre del “Big Five”) y realizado sobre 130.000 personas adultas, se ha evidenciado que la personalidad puede cambiar drásticamente a través de la vida, a veces en múltiples ocasiones. Tanto es así, que algunos ya van más allá, tanto como para establecer que la personalidad no sólo cambia durante la vida, ya sea en razón del ambiente y respuestas internas, introversiones, etc., sino que es un rasgo característico de los mamíferos para su propia supervivencia y para la adaptación social (macho alfa "autogenera" cambios en su personalidad si ya no es el macho dominante de la manada).

Es decir, en razón de lo anterior, podemos decir que aunque la personalidad sí afecta de manera tangible la potencialidad de liderazgo o nuestro propio nivel de naturalidad o aptitud para ejercerlo, no es menos cierto que la personalidad puede cambiar, y que dicho cambio puede ser impulsado por el exterior o "autogestionado" por nosotros mismos. Finalmente, en razón de todo lo anterior, vale la pena preguntarse: ¿Podemos todos ser líderes de la altura de Abraham Lincoln, Martín Luther King u otros? Talvez no, pero la verdad es que parece ser que no estamos confinados a la suerte, a nuestro código genético o al ambiente que nos haya tocado vivir en el colegio, la escuela o el instituto. El líder se nace y se hace, está en nosotros el líder que queramos ser. Por lo que, el liderazgo a algunos nos cuesta desarrollarlo, pero a todos nos cuesta mantenerle.
Saludos,

domingo, 9 de noviembre de 2008

"Rethink" - Responsabilidad Social Corporativa

El poder, tanto se ha escrito sobre el poder. Todos lo desean, pocos lo llegan a tener, casi ninguno lo mantiene. No obstante, en las sociedad que vivimos, teóricamente, el poder es de todos. Esto no es mucho menos que la democracia. Nuestro jefes de gobierno, son personas que representan el deseo de nuestras mayorías y actúan acorde a esta. La democracia, con sus proezas y sus faltas (como todo sistema humano), nos da poder, poder de decidir sobre aquellos que pueden, de manera real y efectiva, afectar nuestra manera cotidiana de vivir. Aquellos cuya buena o mala gestión, en torno a sus propias funciones, modifica nuestras condiciones de vida. Sólo existe un problema, el paradigma ha cambiado. Esta democracia responde a realidades pasadas, una realidad social que se circunscribe a un tiempo en el cual la mayores riquezas eran manejadas por el Estado y sus gestores, personas de una manera u otra, estaban ligadas al estado o al gobierno.

A comienzos del presente siglo, la República Dominicana, por poner un caso conocido, era una de las economías en mejor estado dentro de su propio hemisferio. Para finales del 2003 y debido, principalmente, a la desfachatez en el manejo de los ejecutivos de tres de los principales bancos de ese país, la nación se veía sumida en un crisis del tal magnitud, que desaparecieron por completo diferentes latitudes de las clases sociales, la inflación creció de tal manera que no recuerdo algún momento peor, y donde la inversión extranjera pasó a ser nula. Todo esto en un momento donde la situación mundial no era la de hoy en día.

Pocos segundos pasaran hasta que alguien comience a pensar, sí claro, pero… ¿Y el gobierno? ¿Y las autoridades? Bueno, estas tuvieron también parte de la culpa, y como consecuencia, para el año próximo, todo el panorama político había cambiado, el pueblo había hecho sentir su descontento en las urnas. Este es exactamente el problema, no que el pueblo haya tomado represalias en las urnas sobre los políticos y gestores públicos, sino que, ante los gestores privados, no hay ningún tipo de acción o respuesta directa. Algunos de los ejecutivos de dichos bancos fueron enjuiciados… ¿eran todos culpables? Posiblemente, no. ¿Fueron encausados todos los implicados? Definitivamente, no. ¿Era necesario que alguien respondiera a la sociedad? Indefectiblemente. Y es que la sociedad dominicana sufrió lo que tarde o temprano todos sufriremos, un incrementado deseo de compromiso y responsabilidad de los gestores privados ante la sociedad. No, no estamos hablando de comunismo, ni limitación al libre acceso a los mercados, a la libre gestión empresarial, ni al propio valor del concepto de interés privado, sino que hablamos de exactamente eso, de responsabilidad.

Como dijeran Khurana y Noria, de la Harvard Business School, en razón de la reciente debacle de la mercados financieros y de la desconfianza del público en la gestión empresarial en sentido macro, “para recobrar la confianza del público, el Management necesita convertirse en una verdadera profesión, de la misma manera en que lo han hecho la abogacía y la medicina”. Y es que, al recordar mi años por la escuela de derecho, recuerdo como de manera vehemente se nos inculcó: “los abogados son agentes sociales, gestores y ayudantes del sistema judicial” responsables ante al sociedad de manera directa e indirecta por sus actos. Es así como se nos hacía eficazmente conciente de que las faltas de responsabilidad, por nuestra parte, terminarían perjudicando a la sociedad, sociedad en la cual nosotros, nuestras esposas e hijos, conviven y por lo que, al final de cuentas, actuábamos en detrimento de nosotros mismos.

Un criminal patológico merece ser defendido, defendido como tal, pero no merece la libertad pura y simple, puesto que reintegrarlo a la sociedad es, de una forma u otra, reintegrarlo a nuestra realidad personal. De alguna forma, los gestores de Management mundial parecen haber olvidado esto, parecen haber olvidado que no obstante sus propios intereses responden, generalmente, sólo a los designios de sus accionistas e inversores, al día de hoy, son las personas privadas (individuos y empresas), quienes libremente y sin dar cuentas a nadie (apenas a la ley), mueven sus riquezas de uno a otro lado, gestionando sus máquinas productivas a su antojo y afectando nuestra realidad y entorno económico, cada día. Responsabilidad Social Corporativa no es un capricho moderno, tampoco limita la actividad empresarial sino que la promueve (como discutiremos en un futuro), no sólo está de moda, sino que, es una necesidad.

El concepto de Responsabilidad Social Corporativa no debe nunca confundirse con el marketing socio-empresarial, a través del cual, otorgando una que otras limosnas a muy buenas causas, las empresas han logrado desviar la atención de su forma de hacer negocio. La gestión empresarial socialmente responsable no es una forma moderna de hacer negocio, a fines de nuestra propia subsistencia, es la única manera de hacer negocio. Esperemos que la sociedad española no se de cuento de esto, de la forma que lo hicieron algunos dominicanos.

Saludos,

Management Today

¿Qué porque el nombre? Aunque pareciera que rindo homenage a una que otra revista anglosajona (que no deja de ser muy buena) la verdad es que la ciencia del Management es una de corte enminentemente actual, pudiendo apenas recordar su propio pasado, si ha de haber, para nosotros, para sí, para todos, un mejor futuro. Y es que las reglas han cambiado, han cambaido tanto que el Management como tal parece ser una ciencia cuyas bases dogmáticas son cuestionadas a cada día, por sus propios actores, por terceros, por todos. Es así amigos míos, como el Management empresarial ha llegado a tener poco más que eso, poco más que el HOY.

Esto no lo digo como algo de corte pesimista, más bien obtimista y es que no hay mejor día para escribir sobre Management que el día de hoy. Este es el tiempo en que los personajes principales de la ciencia del Management pueden hacer un real aporte; un aporte a la ciencia como tal, a la sociedad, al país, al continente y a sí mismos.

Esperando sea así de vuestro agrado,

Cordialmente,

Lic. Alberto Reyes Sánchez